La breve pero impresionante inundación que sufrió la cabecera municipal de Calvillo el pasado 28 de agosto de 2008 también inundó, y terminó por ahogar, las ambiciones políticas y personales del inepto alcalde Jesús Soto López.
Ocupado, siempre, en hablar por su teléfono celular, o en fingir que lo hace, como han descubierto muchos calvillenses que se acercan a él, a veces simplemente para saludarlo, la primera autoridad municipal no se dió cuenta del desastre que estaba por venir, sino hasta que la oleada de agua lo alcanzó hasta un hotel de Morelos, donde dormía.
La noche del 27 de agosto, en una esquina de la plaza principal, el flamante director de Protección Civil Municipal, Mario Valdés, conversaba animadamente con el grupo de amigos que cotidianamente se reúnen a destruir la reputación del resto de los calvillenses. No estaba, como se supondría, al pendiente de sus responsabilidades: monitoreando las cortinas de las presas para conocer los volúmenes de agua que llevaban los ríos que corren por el Valle del Huejúcar.
Por ello, los funcionarios municipales, muchos de los cuales duermen fuera del territorio municipal, fueron los primeros sorprendidos por una extraordinaria precipitación en el municipio de Jesús María, donde llovió en una noche una quinta parte de la precipitación anual. La presa de Malpaso, ya de por si llena, se vió sobradamente rebasada y envió al Río Calvillo un caudal en extremo abundante.
Cuando la voz de alarma se dió, fue demasiado tarde para que muchos habitantes de la cabecera municipal tuvieran siquiera tiempo de poner a salvo muebles y enseres. El agua estaba entrando a sus casas y comercios.
"Sonaron las campanas", dijo el responsable de Protección Civil a la radio aguascalentense, pero seguramente no por iniciativa de él, sino por la preocupación ciudadana, que de nuevo se sobrepuso a la ineficiencia, ineficacia e incapacidad de su gobierno municipal para atender a emergencias, extraordinarias si, pero bastante previsibles cuando se cumplen con responsabilidad las tareas encomendadas por la ciudadanía.
Un punto a favor del gobierno municipal y del alcalde Jesús Soto López, aunque de manera parcial, fue la construcción del muro de contención, a espaldas de la Ludoteca (ahora DIF municipal). De no haber estado ahí esa barda de piedra, el Río Calvillo hubiera retomado su cauce original y ahora estaría corriendo por la calle Unión-Galeana, con el consabido desastre que ese evento habría ocasionado.
La parte en contra de esa previsión es la calidad con que se hizo el muro, apenas asentado en el lecho del río, un piso de arena y piedras acumuladas a través de los años. Un muro de contención bastante débil, a juzgar por el grosor del mismo y por los resultados después de la embatida de las aguas: la fractura de la pared en varios puntos.
De igual modo, fue evidente la falta de capacidad de respuesta de la autoridad municipal para enfrentar una emergencia. Fueron los vecinos quienes a través de llamadas telefónicas, tocando la puerta de las casas y a gritos alertaron a otros calvillenses de lo que estaba sucediendo.
Durante la inundación y en las horas posteriores, pareció que Calvillo terminaba en la margen sur del río. Del otro lado, en la colonia López Mateos, por ejemplo, la presencia de la autoridad fue nula. Ignoraron que muchas viviendas fueron inundadas por el agua desbordada y no fueron capaces siquiera de presentarse para orientar a los vecinos respecto de qué hacer o no después del desastre.
Eso si, tanto el alcalde Jesús Soto, como el secretario de Gobierno, Toribio Hernández, se pasearon en vehículos del Ejército Mexicano, rodeados de soldados, como si sus personas corrieran algún peligro. No se ensuciaron mas allá de la suela de los zapatos. Pese a que ambos han tenido cargos de responsabilidad, no demostraron la experiencia esperada, ni antes, ni durante, ni después de la emergencia.
Soto fue secretario del Ayuntamiento con el ex alcalde Roque Rodríguez; Toribio fue primero secretario del Ayuntamiento y después alcalde, gracias al desafuero popular que sufrió Alfonso De Lara. Tantos años en cargos públicos para no tener la experiencia necesaria para enfrentar una emergencia.
Aunque los ciudadanos no lo perciban, el desastre también sacó a flote la pésima relación que el alcalde Soto López tiene con el gobernador Luis Armando Reynoso Femat. Si bien el gobierno estatal ya estaba abrumado por las inundaciones en Asientos, El Llano y Aguascalientes, la casi nula comunicación con el gobierno municipal hizo que en el gobierno estatal tuvieran una idea de la magnitud de la tragedia muchas horas después. Así se hizo evidente cuando los funcionarios declararon a bote pronto a los medios de comunicación.
La ausencia del gobernador, el mismo día de los hechos fue otro síntoma de esa relación tirante. Y al día siguiente, cuando el mandatario estatal se presentó en la cabecera municipal, fue evidente que al alcalde Jesús Soto le interesa mas contestar su teléfono celular que conversar con el gobernador o escuchar a los indignados vecinos que exigían un remedio para el peligro latente de un nuebo desborde del río.
Por desconfianza (cosa de llamar la atención), por que no hay comunicación o por otra razón desconocida, el gobernador no le avisó al alcalde que visitaría el municipio. Y Soto tuvo que correr a alcanzar al gobernador, quien tuvo que mantener la calma mientras los enfurecidos vecinos le reclamaban una promesa de resolver en horas los peligros naturales del cauce del Río Calvillo.
Apenas veinte minutos estuvo el gobernador en Calvillo, pero parte de ese tiempo, el presidente municipal los gastó en hablar por su celular, sin ver siquiera quién le llamaba. Con toda seguridad no se trataba del presidente de la República o de algún secretario de Estado, llamadas que ameritarían desatender al mandatario estatal.
No hubo, pues, tiempo para que el alcalde hiciera al gobernador peticiones concretas de las necesidades surgidas a raíz de la catástrofe. No se vió el acercamiento, necesario para conseguir el apoyo extraordinario. No se vió cordialidad entre ambos gobernantes y se alcanzó a percibir una relación tirante.
Y antes de regresar a la capital, el gobernador Reynoso Femat lo dejó muy claro, le dijo a la prensa que "los calvillenses no están solos, cuentan con el apoyo de su gobierno estatal y su gobierno federal". Así nomás, de esos dos niveles de gobierno. Porque como los calvillenses ya lo han constatado, efectivamente, no cuentan con su gobierno municipal.
Dicen los enterados, que desde el inicio de su gobierno, el presidente municipal ha buscado gestionar apoyos en el gobierno federal. Por terco, por falto de oficio político, por tonto, por las razones que sean, Soto López ha buscado bajar recursos federales y ha desestimado los recursos estatales. Y si a alguien le quedaba duda, a mediodía del mismo 28 de agosto le dijo a Alberto Viveros, en XEBI 790AM, que ya estaba tramitando recursos del gobierno federal. Nada dijo de gestiones ante el gobierno del estado.
No se trata de criticar los afanes del primer edil para hacer gestión ante el gobienro federal, eso se aplaude. Lo que se deplora es que deje de lado, omita y desprecie el apoyo del nivel de gobierno inmediato superior, que muchas veces aporta mucho mas que el gobierno federal.
Finalmente, los calvillenses debemos saber que a nuestro presidente municipal le molesta que lo interrumpan cuando está llamando por teléfono, lo que ocurre todo el tiempo. Y que si es necesario, va a correr para no ser molestado, como lo hizo minutos después de la visita del gobernador, cuando los vecinos tuvieron que perseguirlo, rodearlo, acorralarlo para que los atendiera. Pero aún así no tuvo duda en elegir prioridades, y las de Jesús Soto López son responder el teléfono celular.
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