Hace seis años, Jesús Soto López intento ganar las elecciones en Calvillo y fue derrotado por un sorprendido Jesús Ortíz Macías que, a ciencia cierta, no supo como ganó.
El panista Soto López fue derrotado por él mismo, por su equipo y por la soberbia del PAN Aguascalientes que entonces presidía Arturo González Estrada. Soto fue impuesto por la dirigencia estatal y el mismo día que resultó electo rompió las reglas básicas d ela política: ni siquiera una mirada dirigió al resto de panistas que no lo apoyaron en la convención interna panista.
Ahogado en su triunfo, Soto se encaminó a un local del boulevard Rodolfo Landeros y ahí brindó hasta la madrugada por lo que entonces consideraba un triunfo seguro. Recién nombrado candidato ya sesentía el próximo alcalde de Calvillo.
Pero el destino te obliga a enfrentarte a tus vicios, a tus miedos y a tus torpezas. El PAn tapizó de propaganda panista todo el municipio de Calvillo y cuando el sol decoloró los plásticos otros nuevos fueron colocados y así en por lo menos tres ocasiones.
Al mismo tiempo, el equipo de Soto López se convertía en un reflejo del equipo con el que gobernaría. Quien asistiera a un acto de campaña del panista se asombraba de ver reunidos a su alrededor individuos de dudodsa reputación y pocos, muy pocos panistas.
Pero si el equipo no era suficiente, había que escuchar el discurso de Soto López: un torrente de corrosivo ácido en contra del gobierno municipal de otro panista, Javier Flores Serna, que a juicio de Soto era el peor alcalde que había tenido Calvillo.
Dos cosas empujaron a Soto en la pendiente de la derrota: su pésima reputación personal y su innata facilidad para incumplir la palabra dada. Y mas piedras se le colgaron del cuello hasta hundirlo: mientras que el priista Jesús Ortíz mostraba a fotos cargando a su pequeño hijo, Soto evitaba ir a las comunidades donde su incontrolable machismo había dejado hijos sin padre y sin apellido. Y por supuesto, sin el derecho a salir en brazos de su padre en una foto de campaña.
Una bien apuntada campaña en un periódico amarillista desnudaron al candidato panista y pusieron en letras de molde lo que todo mundo susurraba en voz baja. La derrota devolvió a Jesús Soto López a la realidad y como a un bebé que llega al mundo, enmedio d elagrimas lo hizo ver el resultado de su desorientado esfuerzo: había perdido la elección municipal.
Otros habrían encontrado en las lágrimas que por las mejillas se escurren una enseñanza, pero no Chuy Soto, como se le conoce en Calvillo. En 2007 volvió a intentar ser el candidato panista y cobijado por un par de funcionarios, cobijados a su vez por el gobernadro Luis Armando Reynoso Femat, Soto López regresó a las vías de las que él mismo descarriló hace tiempo.
Sa natural facilidad para decir sí ahora y olvidarse instantes después lo metió en un tobogán por el que ya había descendido antes: su campaña lo llevaba otra vez a la derrota. Pero pudo mas el espíritu panista y varios militantes le hicieron el trabajo necesariopara enderezarle el barco y enrutarlo hacia el triunfo, uno d elos pocos que el PAN tuvo en agosto pasado.
Ahora, en vísperas de llegar al cargo, Jesús Soto López arrastra detrás de si un convoy de promesas inclumplidas, rumores bastante fundamentados y el descontento de los panistas que lo apoyaron y le hicieron ganar, mas para evitar una vergüenza blanquiazul que para tenerlo de alcalde.
Desde que recibió la constancia de mayoría hasta la última semana de noviembre, el alcalde electo ha transitado de la euforia, las felicitaciones y la complacencia al descontento, la desilusión y el coraje de sus mismos compañeros de partido.
Como candidato, Soto recorrió el municipio de Calvillo y se escuchó decir que no traería funcionarios de fuera para hacer un equipo de trabajo. Lo dijo para darle codazos al actual alcalde, también panista, Humberto Gallegos, pero los panistas se lo toleraron porque es una aspiración que la mayoría de los calvillenses comparten.
Después, el alcalde electo comenzó a ofrecer cargos a diestra y siniestra. La Secretaría de Desarrollo Social se la ofreció a por lo menos cinco personas. Y del mismo modo el resto de los cargos de la administración municipal. Hasta tuvo el cinismo de mandar a varias personas a cursos de capacitación.
Después se enredó en la elección del presidente del Comité Municipal panista y de voz dijo que apoyaba a Alberto Méndez, quien no pudo reelegirse, entre otras cosas porque el mismo Soto no fue a pedirle a nadie le voto para su amigo. Y cuando el ganador resultó ser Raúl Valdés, Soto López se encogió de hombros e hizo borrón y cuenta nueva.
Entonces enfiló su tren hacia Aguascalientes capital y allá comenzó a reclutar un nuevo equipo de colaboradores, mas para pagar favores políticos que para rodearse de un equipo de gente capaz. Como los que invitó antes poco sabían de dónde despacharían a partir de enero, los nuevos invitados a la corte tampoco lo sabe. Entre otras cosas porque el aclade electo ahora dice una cosa y al rato dice otra. Es una Chimoltrufia política.
Es cierto que no importa de donde forme su equipo de trabajo, mientras responda a las expectativas de los calvillenses, pero lo que no puede llevar hasta le extremo es la indecisión. El titubeo constante poco le augura a Calvillo. Quedarle mal a la gente puede ser un defecto personal pero en un gobernante debería considerarse un delito.
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28 noviembre 2007
Jesús Soto López, alcalde electo
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