El sábado 11 de junio por la tarde, un hombre llegó hasta un autobaño, que está a la altura de La Querencia, sacó de entre sus ropas una pistola e hizo cinco disparos. Hirió a tres personas, a dos de gravedad pues las impactó en la cabeza.
Minutos después, la Policía Municipal detuvo al agresor en su casa, donde voluntariamente entregó la pistola que usó para atentar con las personas referidas y luego se dejó detener.
Entonces comenzó uno de los episodios más ridículos y groseros que hayan protagonizado los policías ministeriales, antes conocidos como judiciales o mejor dicho "perjudiciales", destacamentados en Calvillo.
Un agente de la policía municipal tuvo que conducir la camioneta en que se trasladó el agresor y cuando lo hacía fue interceptado, entre otros, por el agente Correa, quien le solicitó, de manera prepotente, que le entregara la camioneta.
La Policía Municipal optó por entregar la camioneta, pues los agentes ministeriales se pusieron a decirles montones de grosería y los acusaron de destruir evidencia en el lugar de los hechos, cuando no había ninguna persona muerta.
Antes de retirarse del lugar, los municipales escucharon que los ministeriales habían pedido refuerzos, con la intención de ir por el detenido a la Dirección de Seguridad Pública Municipal, donde se tomaron las debidas precauciones para evitar una agresión de parte de los prepotentes "perjudiciales".
Cabe aclarar que la Policía Municipal solo estaba elaborando un parte informativo para poner el detenido a disposición del Agente del Ministerio Público.
Minutos mas tarde, una media docena de policías ministeriales se presentó en la comandancia de policía y exigió ver al detenido. Cuando les informaron que se estaba haciendo el parte para ponerlo a disposición montaron en cólera.
Un comandante de la Policía Ministerial, de apellido Palomino, comenzó a dar gritos en la barandilla.
En pocos minutos dió una cátedra del manejo de detenidos, pues exigió que la policía municipal le dijera si el detenido tenía bolsas en las manos, si ya le habían cambiado la ropa, si ya estaban listos los dictámenes del arma disparada, si esa pistola había participado en otro delito recientemente, si esa era el arma con la que se había cometido la agresión y otras cosas mas.
En suma, quería que los policías municipales le hicieran el trabajo que corresponde a los agentes ministeriales de Homicidios y a los peritos de Servicios Periciales.
Ante los gritos del agente Palomino, el director de Seguridad Pública, Carlo Iván Arévalo Correa le ordenó salir del edificio y le pidió que se comportara. En respuesta, el agente Palomino siguió gritando y manoteando, hasta que Arévalo Correa lo dejó hablando solo y se metió a su oficina.
Mas tarde llegó un agente del Ministerio Público y condujo la diligencia con propiedad.
Al final, policías municipales trasladaron el detenido a la ciudad de Aguascalientes, para ponerlo a disposición del Agente del Ministerio Público.
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13 junio 2005
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